Miles de niños sueñan con convertirse en astronautas, pero los obstáculos pueden impedir a muchos. José Hernández, hijo de trabajadores agrícolas migrantes logró su sueño de ser astronauta y lo hizo a pesar de probabilidades increíbles.
José creció trabajando en los campos con sus padres, “Los fines de semanas y todos los días durante el verano estábamos junto a ellos. La creencia de mi papá era: ‘si puedes caminar, puedes piscar’”.
Fue su papá y el trabajo que hacía en el campo que le enseñaron a esforzarse. Su papá le decía, “Estás viviendo tu futuro ahora. No voy a forzarte a ir a la escuela o a obtener buenas calificaciones. Pero si no estudias, este es tu futuro”.
El camino hacia su sueño no fue fácil. “NASA me rechazó no 1 vez, no 2 veces, no 3 veces, sino 11 veces”. Pero a través de prueba y error, y sin vencerse, José se aseguró de que pudiera ser el mejor candidato que podría ser. Obtuvo un bachillerato de Princeton, se graduó con una maestría de la Universidad de California, Santa Bárbara, aprendió ruso, y se hizo piloto. A la edad de 41 años y en su duodécimo intento, José fue aceptado por la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA).
En su primer viaje al espacio, el astronauta latino llegó a una profunda realización: “Tuve que dejar este mundo para llegar a la conclusión de que las fronteras son un obstáculo creado por el hombre”.
Ahora, José quiere ayudar a lograr los sueños de la siguiente generación en los campos. José creó la fundación Reaching for the Stars para ayudar a niños a perseguir carreras en la ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas.